Soy, mi amor, lo que queda de un abrazo.
El vaivén de tibias manos en la cuna,
ese gozo que cabe en tu regazo
cuando un niño está rezándole a la luna.
Soy un hombre feliz porque te amo,
porque espero que tu entraña se entreabra,
e ir sembrando, quedamente, tramo a tramo,
tanto amor recriado en mi palabra.
No me mueve más la risa que el lamento,
ni a ti la multitud.
Una cuadrilla te es bastante,
te sobra, te da aliento.
Soy la sombra, tú la luz,
eres Sevilla.
(Pregón 2001, Carlos Herrera)
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