Por fin...

(Imagen Diaz Arnido)

Y llegó el día, eran cercanas las doce de la mañana
y yo como siempre andaba por la calle San Jacinto
como niño al que le van a dar un regalo,
ese regalo no es mas para mi que tu simple semblante,
pero esta vez era diferente, muy diferente, conmigo
dos personas importantisimas me acompañaban en mi cometido,
una de ellas mi compañera, mi amiga,
mi confidente, mi paño de lagrimas,
mi mujer que con mirada temblorosa se adentro conmigo
en esa capilla que solo con entrar un rayo de luz de una Estrella
te fulmina teniendote a su merced hasta que decides desviar la mirada.
Y no era solo ella la que me acompañaba, no, venia alguien más,
hace menos de un año, un 12 de Junio mientras ella se paseaba
por sus calles de Triana, yo un simple devoto de ella le pedia
el mayor de los regalos y la mayor de las responsabilidades,
ser Padre, pues bien, ni un año despues, ahi estaba yo, con mi hija,
con la sangre de mi sangre, con la niña de mis ojos,
internandome entre las filas de bancos para acercarme a ella
lo maximo posible con el unico fin de presentarsela.
Coji a mi hija y con mirada y voz temblorosa, solo fui capaz de decirle
una frase que resume todo: GRACIAS, pasado un momento
y con el orgullo de Padre y la inocencia de un crio, la gire hacia ella
y le dije, mira cariño, ahi tienes a nuestra Virgen, la que te ha traido
hasta aqui, y con la mirada huidiza parecio por un momento que
ella la miraba con ojos embobados (es mucho pensar creo yo, o no....)
No dudo que cada uno tendra una imagen, un momento
o una circunstancia la cual nunca vaya a borrar de su mente,
para mi y para mi mujer, sin duda creo que el de ayer ha sido
uno de esos momentos, Virgen mia...Gracias.